• "La l¢gica cat¢dica"

    From MHS:Horacio Daniel Massim@TEMP to Todos on Fri Mar 13 07:16:00 1998
    De: Horacio Daniel Massimino 4:901/134.0
    Fecha:08 Mar 98 17:03:52
    ­Hola Todos!



    La l¢gica cat¢dica


    Un programa televisivo de ATC, Documento Nacional de Identidad (DNI),
    trat¢ de preguntarse tiempo atr s sobre el papel de los intelectuales. Los convocados -el periodista Jorge Lanata y la cr¡tica literaria y especialista
    en temas culturales Beatriz Sarlo- presentaron posiciones divergentes. Lanata puso el acento en las dificultades que, consider¢, tienen los intelectuales para comunicarse. Sarlo, en cambio, replic¢ se¤alando que el discurso del intelectual, cargado de "peros", "sin embargo", "aunque", no obedece necesariamente a una complicaci¢n tonta del discurso. El intelectual,
    subray¢, no plantea certezas sino que pone la duda en juego.

    En Representaciones del intelectual, Edward W. Said, un te¢rico de origen palestino de gravitaci¢n en los Estados Unidos, establece dos modelos de intelectuales: uno, dijo en sus conferencias de la BBC reunidas en el libro,
    es el gramsciano, org nico, adscripto a un partido, un proyecto, una causa;
    el otro, fue descripto en 1927 por el franc‚s Julien Benda (La traici¢n de
    los intelectuales) como aquel que dej¢ de tener un desinter‚s y empez¢ a
    tener intereses, como los cl‚rigos. Said estima que existe una tensi¢n entre esos dos modelos. Ninguno puede ser desechado.

    Para Said, el intelectual es un "individuo dotado de la facultad de representar, encarnar y articular un mensaje, una visi¢n, una actitud, filosof¡a u opini¢n, para y en favor de un p£blico". Este papel, precisa, "tiene una prioridad para ‚l, no pudiendo desempe¤arlo sin el sentimiento de ser alguien cuya misi¢n es la de plantear p£blicamente cuestiones
    embarazosas, contrastar ortodoxia y dogma (m s bien que producirlos), actuar como alguien al que ni los gobiernos ni otras instituciones pueden domesticar f cilmente, y cuya raz¢n de ser consiste en representar a todas esas personas
    y cuestiones que por rutina quedan en el olvido o se mantienen en secreto".

    En Saber y poder, el franc‚s Michael Foucault diferencia por su parte al intelectual que llama universal (y pone como ejemplo a Jean Paul Sartre, con
    el que supo polemizar agriamente) del "espec¡fico", encarnado en Julius
    Robert Oppenheimer, el inventor de la bomba at¢mica.

    Mucho antes que Foucault estableciera esa diferenciaci¢n, los artistas e intelectuales fundaron escuelas y sentaron posiciones a trav‚s de
    manifiestos: un estallido de proposiciones y ensayos con los cuales se quiso demostrar que no se contentaban solamente con la realizaci¢n de la obra.

    El manifiesto recurr¡a por lo general a un lenguaje claro, conciso y directo. Hubo manifiestos del fauvismo (Henri Matisse, Notas de un pintor),
    el expresionismo (Vasili Kandinsky, De lo espiritual en el arte), el
    futurismo (F.T.Marinetti, Fundaci¢n y manifiesto del futurismo), dada¡smo (Trist n Tzara, Manifiesto 1918), surrealismo, escuela del Bauhaus.

    Los ecos de esos y otros posicionamientos art¡sticos o filos¢ficos de posguerra no dejaron de escucharse en la Argentina, pa¡s que, por otra parte, conoci¢ desde temprano la inclinaci¢n de la intelectualidad por el debate y
    la pol‚mica (el epistolario entre Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi), as¡ como el arte de la injuria y el escamoteo.

    Florida-Boedo, Contorno-Sur, historiograf¡a tradicional-revista Annales (Jos‚ Luis Romero), modernidad-posmodernidad, fueron algunas de las
    divisorias de aguas que se verificaron con diferentes trasfondos e
    intensidades pol¡ticas.

    La intelectualidad tom¢ a su vez partido con vehemencia frente a temas de enorme fuerza centr¡peta (radicales-conservadores, peronismo-antiperonismo, Concilio Vaticano II, la legitimidad de la violencia como instrumento para el cambio social, la actitud ante la £ltima dictadura militar y la transici¢n democr tica). Acumul¢ en su expediente una serie de situaciones que, en
    cierta manera, lo han reconfigurado: expulsi¢n de las instituciones, exilio interno y externo, persecuci¢n y muerte.

    El presente encuentra a los intelectuales hu‚rfanos de paradigmas f‚rreos. Por un lado, la ausencia de gur£es depara cierto alivio y favorece una mayor tolerancia. Por el otro, genera desconcierto. Los cambios econ¢micos los han obligado a reformular sus estrategias de sobrevivencia y circulaci¢n. Un mercado empeque¤ecido hizo de los bordes un territorio sin legitimaci¢n. La pelea, lo demostr¢ un reciente incidente editorial, pasa por las maneras de llegar, transitar o permanecer en el centro. La falta de articulaci¢n de los saberes espec¡ficos con la pol¡tica es otro de los signos de estos a¤os en
    los cuales las discusiones se circunscriben por lo general a  mbitos acad‚micos, ya sin libros que dialoguen con otros libros o revistas. La
    l¢gica cat¢dica, mientras tanto, amenaza con sustituir el debate por el esc ndalo o la pretensi¢n bienpensante de ciertos talkshows.


    Por Albert Gilbert
    (c) La Nacion

    ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ Extra¡do del Suplemento Enfoques del diario La Naci¢n, diciembre de 1997. ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ


    Saludos,
    Horacio

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    * Origin: Nuevo libro de Mempo: "El pa¡s de las maravillas" (4:901/134) SEEN-BY: 90/0 15 23 95 2001 823/1 900/111 134 138 140 300 309 358 400
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