David Vi¤as 2/3
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** ALL ** on Mon Sep 29 02:16:00 1997
Los due¤os de la tierra
de David Vi¤as
1892
MATAR ERA FACIL. "PERO NO ASI, NO", REFLEXIONO BRUN con
impaciencia y se peg˘ unos fustazos en los borceguĦes: a l le correspondĦa esperar ahĦ, sentado en el fondo del ca¤ad˘n mientras
Gorbea y sus hombres cazaban del otro lado de esa loma. Pero ya
estaba harto de esperar y se habĦa atado el cabestro de su
caballo en un pie. Por lo menos, querĦa estar c˘modo, aunque con
cada disparo que se escuchaba, el animal se estremecĦa, sacudĦa la
cabeza y pegaba un tir˘n del cabestro. PodĦa ser por los disparos
calcul˘ sin precisi˘n o por alg£n t bano que lo estuviera
mortificando. "Pero no, no", volvi˘ a refexionar. Su irritaci˘n lo
obligaba a ser preciso: no era por los t banos que su caballo se
sacudĦa asĦ ni se mataba de esa manera.
Y a causa de eso habĦa discutido con Gorbea antes de que saliera a cazar.
"-No, no..." -le habĦa dicho como si lo fatigara discutir sobre la mejor manera de cazar indios-. "No estoy de acuerdo con usted."
"-¨No? -Gorbea se habĦa sonreĦdo blandamente~. "¨Por qu?"
"-Porque es mucho mejor hacer un rodeo."
"-¨Como si fueran guanacos?"
"-Como si fueran guanacos o cualquier cosa -habĦa asegurado Brun-. Lo importante es amontonarlos ."
"-Comprendo... comprendo..." -Gorbea se sobaba los brazos, l se irritaba-.
"Es que usted est acostumbrado a organizar palizas con los
lobos" -dijo-. "Por eso prefiere un rodeo..."
Pero lobos marinos o guanacos o lo que fuera, pensaba Brun con
un malestar inseguro, era mucho mejor rodearlos y hacer un mont˘n
para ir arrim ndolos hacia la costa.
"-Y no andar cazando al ojeo, de a uno..." -habĦa dicho.
"-Un tirito aquĦ y otro tirito all ¨eso es lo que le molesta?"
"-No, Gorbea. Entindame: es el tiempo que se pierde.
-"No es para tanto..."
"-SĦ que es para tanto! Porque como usted quiere hacer, lleva
demasido tiempo y es peligroso.
-"¨Peligroso?" -Gorbea no se dejaba convencer con esas cosas, era terco con lo que alguna vez le habĦa salido bien-. "Pero si a la gente le gusta, se divierte."
"-Pero ¨nosotros venimos aquĦ a divertirnos o a qu?" -por un
instante, Brun habĦa creĦdo que Gorbea le iba a decir que lo
entendĦa y que no se irritara porque tenĦa raz˘n, pero Gorbea
apenas si le habĦa repetido:
"-A la gente le gusta, Brun" -despus habĦa montado en su
yegua y habĦa trotado hacia la loma cubierta por los peque¤os
cr teres de esos nidos. AllĦ lo esperaban Bianchi y el manco Bond
adormilados arriba de sus caballos. Esos eran nidos de patos
shacks, cientos de nidos de barro y paja que cubrĦan la loma
amarilla, y los caballos de Bianchi y del manco Bond habĦan tenido
que avanzar a los saltos; la yegua de Gorbea, no, porque ese animal
ancho los sorte˘ haciendo eses.
"-A la gente le gusta, Brun." Gorbea habĦa aludido de esa
manera a Bianchi y a Bond. sa era su gente. Y los tres habĦan desaparecido detr s de una loma. Y cada vez que sonaban los
disparos all al fondo, se oĦa un aleteo y una nube de patos shacks
ascendĦa, temblaba un momento a unos metros del suelo y se volvĦa
a asentar suavemente."-A Ia gente le gusta, Brun", habĦa repetido
Gorbea antes de salir a cazar.
Brun estir˘ las piernas, bostez˘ y volvi˘ a sacudirse los
borceguĦes con la fusta: hacĦa m s de una hora que esperaba allĦ
sentado, y no s˘lo se habĦa sacudido los borceguĦes hasta que le
dolieron las pantorrillas sino que tambin se habĦa arrancado las
costras de barro de las suelas. Hasta habĦa tenido tiempo para
castigar reflexivamente dos toscas que habĦa elegido: una que
parecĦa un cigarro "Avanti", con el mismo color y la misma forma, y
otra que no era nada mas que una bolita y que rodaba entre sus
pies.
De vez en cuando se marcaba un largo silencio despus de esos
"crann!" que retumbaban del otro lado de la loma donde se
extendĦan los nidales de los patos shacks. Cada sicencio no era un
descanso donde l se pudiera tumbar sobre la espalda dejando que el
sol le calentara la ropa. l sabĦa que cada silencio era una pausa.
Nada m s. M s largo el silencio, mejor punterĦa, m s certero el
tiro. Apretar los dientes, no respirar y que el Ħndice de las
carabinas quedara sobre algun pecho. 0, no. Mejor sobre alg£n
vientre. Porque matar era como violar a alguien. Algo bueno. Y
hasta gustaba: habĦa que correr, se podĦa gritar, se sudaba y
despus se sentĦa hambre. Y esa especie de polvareda temblorosa que
con cada estampido se levantaba unos metros del suelo y se volvĦa a
achatar sobre la loma, podĦa ser una manga de langostas. Es decir:
una nube que se estremece por dentro y se desplaza oscurecindose
por partes, como una gigantesca madrpora.
Los disparos continuaban, cada vez m s espaciados, seguramente
mas certeros. Craann! Sobre los nidos de patos shacks. Craann!
Brun seguĦa repasando su di logo con Gorbea mientras esperaba:
tenĦa que repetĦrselo mentalmente hasta que lo ganara. "-Pero
venimos a divertirnos o a qu?, habĦa preguntado l. "- A la gente
le gusta" era lo ultimo que le habĦa respondido Gorbea. Craann! Y
la nube de patos, que chillaban como miles de langostas que se
estuvieran devorando entre sĦ, se inflaba y despus se sosegaba
blandamente sobre el campo y sobre los diminutos cr teres de sus
nidos. Craann! El tiempo pasaba. M s de una hora. Casi dos y todo
porque Gorbea no Ie habĦa hecho caso. El viento soplaba del lado
del mar pero no levantaba polvo en esa loma negra y muerta,
rayada por miles de grietas. Craann! Era all , al fondo del campo
donde estaban cazando. Brun no habĦa dicho que no querĦa
participar. Ni eso ni otra cosa. Solamente se habĦa sentado en el
suelo mientras la yegua de Gorbea trotaba en direcci˘n a los dos
hombres que lo estaban esperando. Que Gorbea hiciera lo que le
pareciese mejor, al fin de cuentas era l quien se ocupaba de
cazar. Brun lo habĦa mirado alejarse calculando vagamente que el
balanceo de las ancas de la yegua bien podĦa ser del trasero de
Gorbea.
"-A la gente le gusta, Brun." Y en ese momento estarĦan
galopando por encima de esos nidos diseminados uno al lado del
otro, iguales a las raĦces de un monte que acabaran de talar.
Craann! Talar un monte a la altura de las raĦces y dejar todo ese
espacio despejado. Craann! Lo que molestara tenĦa que ser
eliminado. Que toda esa tierra quedara limpia, bien lisa para
empezar a trabajar. De eso se trataba. Los disparos se habĦan
espaciado. Tambin se alejaban. Ya estarĦan, por Punta Loyola,
pens˘ Brun.
Un grupo de patos se habĦa desprendido del resto y revoloteaba
por encima de su cabeza. Cuando planeaban bajo se les veĦa la panza
violeta. Ya estarĦan por Punta Loyola, volvi˘ a calcular Brun. Esta
vez con mayor nitidez. Y faltaria poco. HabĦa depositado la fusta
entre las piernas y amasaba sus dos piedras, la alargada y la
redonda, y fugazmente estableci˘ que la redonda le gustaba m s,
hasta se la podĦa meter en el bolsillo y llev rsela para ponerla en
alg£n lado. Arriba de una repisa o bien para apretar papeles. Para
algo servirĦa. Craann! Seguramente Gorbea, Bianchi y el manco Bond
estarĦan correteando por la playa de Punta Loyola. Ya ni bajarĦan
de sus caballos para esperar, porque los disparos se escuchaban uno
despus del otro. TirarĦan desde arriba de los caballos nom s. Una
cabalgata, a todo lo que dieran, Gorbea, Bianchi y el manco Bond.
Craann... craann... ! Y no era el eco. Qu iba a ser.
La nube de patos daba vueltas y vueltas por encima de sus
nidos. Ya no se asentaban. ParecĦan atolondrados y soltaban unos
graznidos met licos y seguramente -presinti˘ Brun- empezarĦan a
roerse entre ellos como insectos. Entonces sac˘ su Malinchester y
apunt˘ hacia arriba. Aaanc! El estampido fue al lado de su oreja y
el caballo peg˘ un tir˘n del cabestro. Nada. La nube de patos
seguĦa cernindose sobre su cabeza. HabĦa errado y eso era una
idiotez. Tan idiota, como que Gorbea hubiera dicho: "-Un tirito
aquĦ y otro tirito all " se precis˘ Brun y volvi˘ a disparar la Malinchester: Aaanc!. Esta vez los ojos de su caballo se
agrandnron como si lo hubieran injuriado. Y cuando Brun descubri˘
el cuerpo de ese pato que se habĦa desplomado sobre la tierra, a
unos metros de sus pies, se sinti˘ decepcionado: su buena punterĦa
no lo entasiasmaba y Gorbea ni ninguno de sus acompa¤antes le
importaban un bledo. Ya terminarĦan sos de cualquier manera,
estarĦan correteando por la playa como si persiguieran a guanacos o
a lobos marinos en una veloz y despiadada cacerĦa. 0 a animales que
vivĦan y corrĦan y se largaban a gemir cuando los golpeaban, y
que no se escondĦan, sino que atropellaban con todo su terror,
aullando con las bocas abiertas, h£medas. No como si tuvieran miedo
a morir, sino a morir delante del manco Bond, por ejemplo. Miedo
para gritar por lo que les iban a hacer despus de morir. Era eso.
"El manco Bond", pens˘ Brun. Era famoso en toda esa parte de la
Patagonia. Bond. Y cuando esos animales -o lo que fuera- caĦan, l
los golpeaba hasta que agachaban la cabeza, no miraban m s y
quedaban completamente oscurecidos como su propia piel.
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Contin£a.
hola
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