De: Horacio Daniel Massimino 4:901/134.0
Fecha:18 Feb 98 21:05:48
Hola Todos!
El intelectualismo salvaje
Esc ndalos y tumultos medi ticos parecen ser las
formas que adquiere hoy el debate p£blico entre
pensadores y artistas. Premios, viajes y rencillas
personales atrapan la discusi¢n cultural, m s que
las ideas.
Ricardo Piglia, Arturo Carrera y Juan Jos‚ Saer.
¨QU‚ discuten los intelectuales cuando discuten? Podr¡an debatir, tal vez, un asunto tan antiguo como el alfabeto: la relaci¢n entre los intelectuales y el poder. Las nuevas formas de desarrollo del capitalismo y su influencia en
la cultura ser¡a un tema, sin duda, apasionante. Dinero e intelectuales: la sola menci¢n de esas dos palabras podr¡a suscitar un universo entero de puro debate. La lista es casi interminable y, sin embargo, parece que esas discusiones, cuando efectivamente tienen lugar en la Argentina, circulan en cen culos herm‚ticos.
Las caracter¡sticas del premio Planeta y los cruces de intereses y esc ndalos provocados con motivo de su £ltima edici¢n actualizaron la larga tradici¢n de altercados que el otorgamiento de distinciones literarias muchas veces gener¢, en este pa¡s y en otros. Una pieza capital de la literatura argentina, el cuento "El Aleph", de Jorge Luis Borges, puede leerse, en una
de sus napas, como la ficcionalizaci¢n de un emblem tico avatar que su autor padeci¢ con los premios en la d‚cada del 40. Leopoldo Lugones y Manuel G lvez casi llegan al duelo y al cruce de injurias escatol¢gicas, no por el honor de una dama, sino por cierta inflamada controversia en torno de un premio nacional. Ricardo Piglia dijo en 1985: "Ganar un concurso es algo que a todo escritor argentino le ha pasado alguna vez; al comienzo, en el medio o al final, siempre se termina por recibir alg£n premio. Es una humillaci¢n por la que uno tiene que pasar, si quiere ser un escritor realmente argentino". La profec¡a de Piglia sintetiza una visi¢n del mundo y una determinada toma de posici¢n sobre los sistemas de poder.
Pero la controversia sobre el £ltimo Planeta, que quiso mostrarlo como material combustible, blanco de una operaci¢n pol¡tica o c¢mplice de un
fraude, seg£n como se mire, no puso en circulaci¢n un debate sobre los
premios y la producci¢n cultural (o las condiciones de vida y trabajo, como
se dec¡a antes, de los escritores) sino, simplemente, un esc ndalo.
A tono con los tiempos, precisamente el esc ndalo o el tumulto medi tico parecen ser las formas que adquiere el debate p£blico entre artistas y pensadores. ¨Est bien o est mal que un grupo de destacados intelectuales protagonicen escenas de pugilato verbal y agresiones m£ltiples en un programa de televisi¢n? Sucedi¢ en Los siete locos, el programa que Cristina Mucci conduce en la TV por cable, cuando David Vi¤as, uno de los m s importantes cr¡ticos argentinos, figura consagrada tanto en la universidad como fuera de ella, decidi¢ terminar con "la comuni¢n de los santos", seg£n ‚l mismo dijo,
y arremeti¢ en‚rgicamente contra la historia personal de los que lo
acompa¤aban en el debate. La periodista Mucci y los otros invitados (Beatriz Sarlo -que se retir¢ del programa-, Mar¡a S enz Quesada, Martha Mercader,
Luis Gregorich, Pacho O'Donnell, Horacio Sanguinetti) vieron luego c¢mo un fragmento de la emisi¢n fue reproducido en su espacio por Mauro Viale, que present¢ el material con filos¢fico pr¢logo: "¨Vieron? -dijo, m s o menos-.
Yo hago lo mismo que ‚stos".
Por £ltimo, la Feria de Guadalajara abri¢ la puerta a una controversia en torno de vi ticos y pasajes, discriminaci¢n pol¡tica y diplomacia, que
adquiri¢ rango internacional.
De un premio a otro
La trayectoria de Piglia comenz¢ precisamente con un premio, cuando en
1962 la revista El Escarabajo de Oro distingui¢ un cuento suyo. (en la misma ocasi¢n tambi‚n fueron seleccionadas piezas de Miguel Briante, Germ n Rozenmacher, Luis Soto y otros, raz¢n por la cual aquel certamen ser
recordado como la partida de nacimiento de varios escritores.) Treinta y
cinco a¤os despu‚s, y siendo Piglia considerado uno de los narradores vivos
m s importantes de la lengua, adem s de un cr¡tico y docente universitario
que ha marcado con sello propio el estudio de la literatura argentina,
aparece envuelto en un esc ndalo provocado por otro premio. Seg£n el
semanario Trespuntos, la £ltima edici¢n del Planeta estuvo cargada de irregularidades; la revista estamp¢ en su tapa una caricatura de Piglia incendi ndose mientras sostiene un billete en la mano. La novela premiada se titula Plata quemada y fue ‚sa la primera vez en d‚cadas que la figura de un escritor apareci¢ en la tapa de un semanario de venta regular en quioscos.
Los or¡genes y las consecuencias de este episodio, as¡ como de algunos otros, pueden proporcionar un ngulo para indagar en el estado actual de la discusi¢n intelectual y pol¡tica en la Argentina. Piglia no s¢lo niega las acusaciones, sino que contraataca y procura instalar el debate en un plano distinto.
"Alrededor de esa revista [por Trespuntos] hay gente que mantuvo pol‚micas conmigo en la ‚poca del alfonsinismo porque tuve posiciones cr¡ticas respecto de c¢mo se movieron algunos intelectuales en ese momento. Me mantuve en posiciones independientes, marxistas, que son las que sigo sosteniendo. S¢lo puedo imaginar que ‚sa es la boleta que me est n pasando", declar¢ Piglia a Clar¡n apenas se desencaden¢ la cuesti¢n. "El esc ndalo anuncia con toda claridad el futuro de la cultura argentina: difamaci¢n, ignorancia y golpes
de efecto. Como era inevitable, ese procedimiento lleg¢ tambi‚n a la literatura", dijo a La Naci¢n el jueves 27 del mes £ltimo. Y cit¢ a un personaje de James Joyce (Stephen Dedalus), que dijo: "Ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos de conversaci¢n". Piglia propone una versi¢n corregida de la cita: "Ya que no podemos cambiar de conversaci¢n, cambiemos
la realidad".
Las discusiones a las que se refiere Piglia estuvieron en el centro del debate pol¡tico cultural durante la transici¢n entre el r‚gimen militar y el gobierno de Ra£l Alfons¡n, y versaban sobre la actitud que deb¡an adoptar o
no los intelectuales (en realidad, los intelectuales que se reconoc¡an en la tradici¢n de izquierda) frente al nuevo poder constitucional. Piglia se alej¢ entonces de la revista Punto de Vista, que bajo la conducci¢n de Beatriz
Sarlo y otros se acerc¢ al alfonsinismo. Algunos prominentes intelectuales
del grupo que integr¢ Sarlo, como Jos‚ Aric¢ y Juan Carlos Portantiero, volcaron algunas de sus ideas en un c‚lebre discurso que el entonces
presidente pronunci¢ en Parque Norte.
Piglia reaccion¢ contra el acercamiento al gobierno y las ideas que lo sustentaban, y opin¢ que se estaba asistiendo a una suerte de corte en la historia intelectual del pa¡s. En 1985 le preguntaron si "la pol¡tica se
define en la utop¡a" y respondi¢: "Las palabras se gastan m s r pido que el dinero en la Argentina. Ya existe una utop¡a alfonsinista, seg£n creo [...]
¨O vamos a entender ahora la pol¡tica como la renovaci¢n parcial de las
c maras legislativas o los vaivenes de la interna peronista?" Piglia opt¢ entonces por continuar en la tradici¢n revolucionaria de la izquierda. "De lo contrario, prefiero conversar sobre la variante Kasparov en la formaci¢n Scheveningen de la defensa siciliana o sobre el empleo del subjuntivo en la prosa de Musil", dijo. La persistencia de estas ideas en Piglia es visible en el texto de la novela premiada en 1997. Como se ve, las discusiones de esa ‚poca signaron, hasta cierto punto, una zona especialmente sensible y espesa del debate intelectual.
Sigue en el pr¢ximo mensaje...
Saludos,
Horacio
---
* Origin: Ap£rese: Losada edit¢ Op Oloop y Estafen! de Filloy (4:901/134) SEEN-BY: 90/0 15 23 95 2001 823/1 900/111 134 138 140 300 309 358 400
SEEN-BY: 900/500 515 525 600 617 621 748 755 763 901/100 102 104 107
SEEN-BY: 901/108 109 130 134 148 157 159 163 255 300 322 902/9 100 903/100 SEEN-BY: 904/74 905/100 202 209 401 451 551 552