"Carnicer¡a con siesta",
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MHS:Horacio Daniel Massim@TEMP to
Todos on Mon Mar 2 07:14:00 1998
De: Horacio Daniel Massimino 4:901/134.0
Fecha:28 Feb 98 00:26:00
Hola Todos!
Carnicer¡a con siesta
Para M. A. V.
A la hora m s caliente de una siesta de verano de hace
como treinta a¤os, el muchacho toma la decisi¢n de matar a
Toni, su ya anciano, artr¡tico fox-terrirer. Otrora
infatigable y ladrador, ahora es un animal gastado y de
mirada triste y l nguida como la de los que esperan pero
temen la bendici¢n de la muerte. Son casi de la misma edad,
pero el ni¤o est lleno de futuro y enfrenta esa
incomprensi¢n como quien recorre un laberinto de pesadilla:
sin asistencia, a pura angustia. El amor hacia su perro se le
derrama igual que una copa de leche manoteada sobre la mesa.
Es un amor tan grande e incontenible que la decisi¢n
inmediatamente desata en ‚l una horrible culpa que le gana el
cuerpo como inundaci¢n.
Desasosegada pero irrefrenable, decide que lo enterrar
baja varias paladas de tierras en las ra¡ces misma del gomero
que su madre plant¢ el d¡a que el naci¢, y se jura que nada
va a detenerlo porque no quiere que Toni siga sufriendo. Pero
es un juramento de ni¤o, m s una bravuconada para darse los
nimos que le faltan que un compromiso a cumplir.
A esa hora caliente, las paredes del muro parecen hervir
y sale de ellas como un humito de vapor que enturbia la
visi¢n del chico, quien cambia el foco de su mirada para
observar en el fondo del jard¡n como impera la sombra maciza
y tranquila de ese rbol tan grande, de ra¡ces rugosas que
asoman como tent culos de un agazapado pulpo terrestre. Desde
hace un tiempo esas ra¡ces rompen baldosas y canteros, y
tambi‚n desencadenan el rosario de quejas de la madre, hay
que cortar ese rbol, Francisco, se ha desmensurado y no
respeta nada, te lo vengo diciendo desde hace a¤os,
Francisco, los gomeros cerca de las casas sirven para romper
baldosas, destruyen los cimientos, presagian la muerte, y el
chico escuchaba siempre esa misma letan¡a, que tiene para ‚l
igual sonoridad que la indiferencia del padre.
Este es un hombre que se hace el distra¡do y se
desentiende, desde que est sin trabajo no hace otra cosa que
mirar televisi¢n y desentenderse como lo ha hecho toda su
vida con casi todas las cosas importantes, mientras la mujer
lo sigue, pla¤idera, mir como est arruinando el jard¡n,
Francisco, ya atropell¢ los rosales y ahora nos va a matar la
santarrita que te gusta tanto, un d¡a de estos una ra¡z va a
romper la c mara s‚ptica y nos vamos a tener que ir a vivir a
otro lado por el olor, encima que en esta casa no hay un
peso. El hombre la mira quejarse, desentendido, la mira como
se mira un colibr¡ en el aire, como un sue¤o fugaz e
irretenible, y nada, no hace nada ni dice nada, y la mujer
claro, vos nada, Francisco, vos siempre nada, se puede venir
el mundo abajo y vos nada, sos una mula, y de pronto mira al
chico que est en el patio y le grita a trav‚s de la ventana
nene, ¨hiciste los deberes?, dale, ven¡ que ten‚s que hacer
los deberes, vos, y despu‚s vuelve al hombre que ahora mira
la televisi¢n y cambia de canales y ha elevado el volumen y
qu‚ cruz haberme casado con este hombre...
Mientras el chico acuesta al obediente y confiado Toni,
piensa que su mam agradecer ambas decisiones. Conteniendo
el llanto que parece a punto de explotarle adentro como una
tempestad, el muchacho calcula la distancia y alza enseguida
el enorme machete zafrero que fue del abuelo y lo descarga
sobre el magro cuello del perro, que, herido pero no muerto,
suelta un aullido agudo, largo y penetrante y se yergue y
corre, gimiendo-ladrando-aullando, a refugiarse en el
lavadero que est al fondo del patio.
El muchacho embiste entonces a machetazos contras las
ra¡ces emergentes del gomero, que parecen venas de infinitas
manos de anciano que surgieran de la tierra, rugosas y duras.
Blande el machete como una imposible espada justiciera, en
desesperado intento de quitar la sangre de Toni que ha
quedado estampada en el filo, en las ra¡ces, en la tierra.
Y cuando sus padres salen al patio atra¡dos por el
aullido inusual, desconsolado, y los machetazos, el muchacho
le pega al rbol con m s rabias que fuerzas y llora,
impotente, y el perro gime en el fondo, y la madre grita como
una palestina, y el padre, mientras repite qu‚ desgracia,
carajo, qu‚ desgracia, perro de mierda, le quita el machetazo
al chico, lo agarra de una oreja y lo arrastra hasta el
lavadero, donde Toni se desangra, acurrucado detr s del
lavarropas. Entonces diciendo esto quer¡as pedazo de idiota,
esto quer¡as, el hombre descarga un machetazo por entre la
pared y la m quina hacia donde est el perro, que ladra y
a£lla, aterrado y enseguida otro machetazo que hace saltar un
chorro de sangre desde detr s de la m quina. El chico mira
azorado esa sangre que brota del hueco y le mancha las
zapatillas, pedazo de idiota, y no puede llorar pero por el
espanto, y entonces la madre, que est un metro detr s del
hombre, sin dejar de chillar agarra el brazo del marido y le
grita no se s animal, bruto, bestia, asesino, y ambos
forcejean, y entonces Toni, herido y cojeante, aprovecha y
huye del escondite, y el chico lo ve y corre a abrirle la
puerta que une el patio con el resto de la casa, para que
pueda atravesarla y as¡ salir a la calle, a la libertad. Toni
se lanza por all¡, derrengado y aullante como una autobomba y
en ese instante el chico sabe que nunca, nunca m s ver a su
perro, aunque no sabe si siente pena o alivio.
En el lavadero la discusi¢n crece y los reproches que
intercambian los adultos de la casa son intensos, casi
definitivos como las sentencias de segunda instancia, y
mientras la madre dice ves lo que ha hecho tu hijo, no tiene
alma igual que vos, son buenos para nada, eso es lo que
aprende con la tela prendida todo el d¡a, y el padre asegura
que la tele no tiene una mierda que ver, esto pasa por la
educaci¢n que vos le das, mejor dicho que no le das, esta
casa no se aguanta m s y ya van a ver cuando yo me vaya a ver
qu‚ hacen.
Y en la puerta que da a la calle, por la que ha huido el
perro, el chico se sienta en el zocalito y mira pasar un
cami¢n regador, porque es verano y hay mucho polvo en las
calles, y se pregunta a d¢nde habr ido el pobre Toni, y
llora y no sabe bien por qu‚, aunque empieza a sospechar que
no s¢lo llora porque ha perdido a su perro para siempre, sino
que sabe tambi‚n que nunca podr olvidar esta carnicer¡a, que
no sabr aliviar la culpa que se ha instalado adentro como
un virus, y que ya nada ser lo mismo, o sea que
irremediablemente todo, todo, ser para siempre demasiado
igual.
Paso de la Patria, marzo / julio de 1996.
Mempo Giardinelli
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Extra¡do del Suplemento Verano/12, del diario P gina/12 del
viernes 9 de enero de 1998.
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Saludos,
Horacio
---
* Origin: Lo nuevo de Mempo: "El pa¡s de las maravillas" (4:901/134)
SEEN-BY: 90/0 15 23 95 2001 823/1 900/111 134 138 140 300 309 358 400
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SEEN-BY: 901/108 109 130 134 148 157 159 163 255 300 322 902/9 100 903/100 SEEN-BY: 904/74 905/100 202 209 401 451 551 552