"No habr m s penas y olv
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Todos on Thu Mar 5 00:14:00 1998
De: Horacio Daniel Massimino 4:901/134.0
Fecha:03 Mar 98 21:37:24
Hola Todos!
No habr m s penas ni olvido
Luis Britto Garc¡a
1
Argentina, como cualquier otro pa¡s, es un conjunto de mitos
compartidos. Al aterrizar en el aeropuerto de Ezeiza compruebo que el
m s desmesurado de ellos es Buenos Aires, capital que asume y quiz
usurpa la tarea de representar a la naci¢n, con gran bronca de muchos
escritores de provincia, entre ellos el gigantesco Mempo Giardinelli.
Pero qu‚ se a va hacer: la urbe monstruo encarn¢ durante mucho tiempo
la versi¢n extrema del proyecto latinoamericano seg£n la receta de
Domingo Faustino Sarmiento: ser Europa, ser ciudad. El auge y ca¡da
de ambos sue¤os dej¢ su rastro menos perecedero en el libro.
Argentina, quiz m s que cualquier otro pa¡s de Am‚rica Latina, goza
del contradictorio privilegio de existir en la ef¡mera eternidad del
papel. Arribo a ella invitado como conferencista por la Feria del
Libro; habi‚ndola le¡do desde siempre, no puedo ya interpretarla m s
que como escritura.
2
Buenos Aires tiene la l¢gica del trazado en damero de las ciudades
coloniales y los tics estil¡sticos de las europeas. Luce demasiado
transparente y nueva para ser del Viejo Mundo; demasiado copiada para
pertenecer al Nuevo. Es abierta, luminosa y, a pesar del acoso de las
villas miserias, limpia. C¢mo este urbanismo n¡tido ha podido cobijar
las pesadumbres de S bato, las sombras de Jos‚ Bianco o los
prestigios de un sicoan lisis que compite en popularidad con el
f£tbol?
-La ciudad es sencilla, los complicados somos nosotros -me dice
Raquel Arias.
3
¨C¢mo no ser complejo cuando se est forzado al parang¢n incesante con
figuras m¡ticas que representan esfuerzos de inscribirse en lo
universal? No hay conversaci¢n en la que, a la vuelta de una hora, no
se haya nombrado a Gardel, a Evita, al Che, a Borges, o no se los
adivine en alg£n silencio. A diferencia de los monstruos sagrados
mexicanos -esencialmente no exportables- los ¡dolos sure¤os
despliegan lo esencial de su carrera o de su carisma en el exterior.
Los medios internacionales se han apropiado de Evita, el que acaso
pareci¢ m s ¡ntimamente intransferible. Uno supone al feligr‚s de
estos cultos desgarrado entre la angustia de proceder de afuera y de
estar obligado a realizarse en el exterior.
4
La Argentina moderna, poblada por las migraciones, vive entonces
entre la ilusi¢n y el pavor de los ‚xodos. Por todas partes me topo
con argentinos que, como los personajes de ``Casa tomada'' de Julio
Cort zar, huyeron de un pa¡s que se les hab¡a hecho hostil o
impracticable. Dondequiera encuentro sure¤os que, como los
protagonistas de ``Cartas de mam '', a pesar de haber rehecho sus
vidas en Europa o Estados Unidos o Venezuela, se repatriaron por no
estar lejos de recuerdos quiz terribles. Tambi‚n lo dijeron Lepera y
Gardel: ``pero el viajero que huye/tarde o temprano detiene su
andar''. O, como me cont¢ uno de los jefes de redacci¢n de Clar¡n:
``Una vez volv¡a yo a Nueva York, y me pregunt‚ si aterrizar all¡ era
llegar a alg£n sitio''.
-Y, despu‚s que regres s, te hacen de lado -suspira Luisa Valenzuela,
a quien top‚ en tantos pa¡ses antes de verla, como hubiera dicho el
cineasta Adolfo Aristarain, en su lugar en el mundo.
5
Los argentinos y los venezolanos de nuestra generaci¢n crecimos
tomados de la mano de Don Fulgencio, un adulto que pensaba como un
ni¤o. Los de la generaci¢n inmediata, bajo la tiran¡a de Mafalda, una
ni¤a condenada a pensar como adulto. Mafalda de Am‚rica Latina,
Argentina desparrama adulteces condenando al exilio exterior o
interior a todos los Cort zares que la aman. Nos dividimos los
latinoamericanos entre los que jam s salimos de la infancia, y los
condenados a nunca recuperarla.
6
Un profesor argentino que vivi¢ largo tiempo en Venezuela me habla
sobre la Educaci¢n Superior en tiempos del fondomonetarismo. Cuando
los militares destituyeron a Gino Germani de la C tedra de Sociolog¡a
en la Universidad de Buenos Aires, nombraron a Terrero, singular
catedr tico que se inclu¡a entre el triunvirato de genios de la
humanidad completado por Cristo y Darwin, porque ‚l hab¡a logrado
fotografiar el alma humana. Mientras Terrero revelaba sus negativos
espirituales, el sacerdote S nchez Abelardo, decano de la Facultad de
Filosof¡a, exorcizaba mediante el fuego las aulas ocupadas por una
exorbitante cantidad de demonios. Hacia 1978 determin¢ que la
sobrepoblaci¢n sat nica se concentraba en una chimenea contigua a la
Morgue. M s c¢mo quemar una chimenea? Ni corto ni perezoso, el
flamante Decano la dinamit¢ en ceremonia p£blica, con asistencia de
la prensa y de un p£blico delirante. Le recuerda algo al lector?
Justo: es el clima de los reportajes postperonistas de Tom s Eloy
Mart¡nez, en los tiempos cuando L¢pez Rega consagraba un huevo de
m rmol tachonado de emblemas zoro stricos, porque hab¡a empezado una
nueva ‚poca en la que cualquier cosa era posible.
7
Y cualquier cosa es en efecto posible. Para imponer las doctrinas
neoliberales y despojar de sus derechos a los trabajadores se suceden
las masacres. Para legitimar el orden surgido de ellas se decreta el
olvido para las v¡ctimas y la impunidad para los responsables. Para
reprimir las protestas se incrementa la polic¡a mientras se
desmantela el ej‚rcito. Para imponer una ficci¢n de estabilidad se
subastan las propiedades p£blicas y los yacimientos petrol¡feros y se
duplica en pocos a¤os el monto de la Deuda Externa. La Patria no se
vende, ya la vendieron, insulta un graffiti c¡nico o desesperado
Hablo de Venezuela o de cualquier otro pa¡s? Cu ndo empezar a
unirnos algo m s que nuestras penas?
8
As¡ como en Caracas el oficio de la crisis es el de recogelatas, en
Buenos Aires es el de paseador de perros. Multitud de solitarios
adoptan mascotas que luego no pueden atender y que el cronopio o el
plantado de turno pasean mientras los due¤os se sicoanalizan. Cada
Paseaperros pastorea una tra¡lla de canes que tiran de ‚l como de un
trineo esquimal. Muy contento se ve Perropaseado cuando saca a
caminar a Paseaperros: le ense¤a la milonga de los olores de las
esquinas y el tango de los setos de los parques. S¢lo para ellos ha
sido construida la di fana ciudad: para los semiabandonados y los
semiamos: ni enteramente queridos ni enteramente amantes. Jard¡n de
la novela de Paseaperros y Perropaseado, ha podido llamarse una de
las tiernas narrativas de Macedonio Fern ndez.
9
Entre el mill¢n de visitantes diarios de la Feria del Libro se
agolpan multitudes de jovencitos esperando el aut¢grafo de Ray
Bradbury en el ejemplar de Fahrenheit 451 donde profetiza un fascismo
americano en el cual los bomberos queman libros. Multitud de
periodistas lo entrevistan; Jorge Halperin escribe sobre las
incineraciones de libros de Hitler. Nadie recuerda -o todos fingen
olvidar- las hogueras donde los militares neoliberales sometieron los
vol£menes de matem tica moderna o de poes¡a -y a veces a sus autores-
a la temperatura en la cual arde el papel.
Pero por cada libro calcinado se vuelven a imprimir miles y por cada
v¡ctima, una madre manifiesta cada jueves en la Plaza de Mayo. Para
que alg£n d¡a no haya m s pena, no debe haber m s olvido.
ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ Extra¡do del diario venezolano El Nacional, del 11 de mayo de 1997. ÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ
Saludos,
Horacio
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* Origin: Nuevo libro de Mempo: "El pa¡s de las maravillas" (4:901/134) SEEN-BY: 90/0 15 23 95 2001 823/1 900/111 134 138 140 300 309 358 400
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