El Chupacabras
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Asiram@TEMP to
** ALL ** on Tue Dec 30 20:31:00 1997
"El Chupacabras es un Pterosaurio," dice la Pterodactyl Society
En una carta dirgida a la revista World Explorer, la Pterodactyl
Society, localizada en Tucson, Arizona y dirigida por Harry G. Osoff, ha opinado que el depredador conocido como "chupacabras" es un pterosaurio viviente conocido como Batrachognathus -- un espec¡men del per¡odo
jur sico que ha emigrado desde las selvas del Brasil y del Yucat n. "Pterodactyl Society est planificando varias expediciones en busca del Batrachognatus con la esperanza de desvelar este misterio moderno y
presentar el primer pterosaurio viviente al mundo."
El Chupacabras en America del Norte
El fen¢meno conocido como "Chupacabras" ha tomado por sorpresa a lugares
tan dispares como Puerto Rico, M‚xico, Guatemala, Costa Rica, y en
fechas recientes, Espa¤a. No obstante, tambi‚n han sucedido casos de
este tipo en los estados del sur de la uni¢n americana, suscitando una
crisis no s¢lo en cuanto al aspecto paranormal de las mutilaciones, sino tambi‚n en cuanto al mbito cultural del asunto. Durante el mes de
noviembre de 1995, las depredaciones del ya m¡tico Chupacabras se
debatieron por primera vez en habla inglesa en los confines de la
Internet, la red global de comunicaciones que ha resultado un arma de
doble filo para los investigadores del fen¢meno ovni. Especialistas en
la criptozoologia, rama de las paraciencias dedicada a la investigaci¢n
de fen¢menos biol¢gicos extra¤os, se mofaron de los casos al principio, hablando largo y tendido sobre la posibilidad de que un ave conocida
como el "night jar" (g‚nero caprimulgidae) fuese la causa del problema
que aquejaba a Puerto Rico en aquel momento; los estudiosos de temas
an¢malos se inclinaron a pensar en seres terrestres poco comunes, tales
como el oso nandi (Nandi Bear) del Africa meridional. No obstante, otros peritos de la materia, acostumbrados al enigma que siempre han
representado las mutilaciones de ganado, cobraron inter‚s enseguida, percat ndose de que se aproximaba una nueva oleada de sacrificios de
animales.
Ya para diciembre del 1995, el investigador sueco Jonny Ole Svensen
hab¡a informado a la comunidad paracient¡fica que en su pa¡s hab¡an
muerto m s de trescientos caballos sacrificados de manera extra¤a, y que
las autoridades suecas hab¡an tomado cartas en el asunto, un hecho que resultaba inaudito. Movilizados por las informaciones provenientes de
Puerto Rico, p ginas de presentaci¢n en la Internet como la de la
revista Strange dieron a conocer el fen¢meno al p£blico de habla
inglesa, a la misma vez que los medios noticios del pa¡s comenzaban a interesarse en el tema. El rotativo New York Times del 26 de enero de
1996 anunciaba: A Monster on the Loose or Is it Fantasy? (¿Anda suelto
un monstruo o cosa fantasiosa?), debatiendo con reservaciones el tema
del Chupacabras en la prensa "seria" del pa¡s. Para mediados del mes de
marzo, Estados Unidos viv¡a el fen¢meno en carne propia. El estado de la Blorida se convirti¢ de la noche a la ma¤ana en escenario de
espeluznantes mutilaciones de animales. Durante la semana del 13 de
m[Bzo, aparecieron seis animales muertos, desangrados en la manera caracter¡stica asocidada a los ataques del Chupacabras (cad veres
completamente desangrados y con marcas punzantes en varias partes del
cuerpo). Las autoridades se aventuraron a decir que las mutilaciones
eran producto de un culto sat nico, a la vez que una residente del
condado de Dade afirmaba haber visto dos figuras aladas descender
volando del cielo nocturno para atacar a sus animales. La descripci¢n
ofrecida por la aterrada testigo era casi id‚ntica a las obtenidas en
Puerto Rico durante meses: ojos grandes y negros, colmillos, alas, y
algo parecido a "espinas" recorriendo el dorso de las criaturas. La
tercera mutilaci¢n de este tipo sucedi¢ en Miami el 11 de marzo de 1996.
En este caso resultaron sacrificados 24 aves de corral, y la noticia fue difundida a nivel internacional por el programa de televisi¢n Primer
Impacto. La se¤ora Olimpia Govea describi¢ la manera en que la criatura realiz¢ sus fechor¡as, dejando a los animales desangrados regados entre
su plant¡o de pl tanos. B rbara Mart¡nez, residente del condado de
Broward, sufri¢ a£n mayores p‚rdidas: 42 aves de corral muertas entres
las cuales figuraban dos gansos. La se¤ora Mart¡nez no pod¡a explicarse
c¢mo pudo haberse realizado la matanza sin que ella se enterase, puesto
que siempre dorm¡a con la ventana de su habitaci¢n abierta, y dicha
ventana daba al patio. En este £ltimo caso, la criatura dej¢ marcas
parecidas pezu¤as de animales en la tierra, y tambi‚n desgarr¢ la verja
que marcaba el per¡metro del patio de la casa Mart¡nez. Las autoridades
locales en Miami se rehusaron a creer en que su comunidad hab¡a recibido
la desagradable visita del Chupacabras. El veterinario Ron Magill del
parque zool¢gico de Miami, figuraba entre los esc‚pticos. Magill afirm¢
que una jaur¡a de perros salvajes hab¡a dado muerte a los ant¡lopes del zool¢gico hac¡a cuesti¢n de varios a¤os, y que seguramente las muertes
en los condados de Dade y Broward se deb¡an a la misma causa.
Cuando se le formul¢ la pregunta al veterinario acerca de por qu‚ los hipot‚ticos perros no devoraron su presa en la manera t¡pica de los
c nBdos, Magill replic¢: "Los perros no entraron para comer. Es una
diversi¢n para ellos. Entran para impedir el movimiento de los animales, quebr ndoles los pezcuezos." Pese al escepticismo manifestado por el veterinario, la agencia de control de animales del condado de Dade se
moviliz¢ para instalar trampas destinadas a apresar al "Chupacabras" en
el patio de la se¤ora Govea por si la misteriosa entidad decid¡a
regresar. Para los medios noticiosos, la aparici¢n del fen¢meno
constituy¢ un asunto jocoso destinado a aliviar los pesares cotidianos.
Dos personalidades de la radio anunciaron que "ir¡an en busca del
Chupacabras" en el transcurso de su programa matutino, mientras que
aumentaban las ventas de camisetas con la imagen caricatureca del
depredador. Pero las mutilaciones de animales dom‚sticos no se limitaron
a la Florida, estado que goza de lazos estrechos con Puerto Rico, lo que
puede dar lugar a la creencia en una posible "contaminaci¢n" a nivel
popular. La pr¢xima aparici¢n del Chupacabras tom¢ lugar en Tucson,
estado de Arizona, a comienzos del mes de mayo de 1996. De acuerdo con
las descripciones ofrecidas por testigos, vieron "una criatura alada de
unos cinco pies de estatura y cubierta de pelo" aterrizar detr s de un mont¡culo en Tanque Verde Road en las afueras de Tucson. M s
espeluznante a£n ser¡a la aparici¢n de una engim tica criatura
identificada como el Chupacabras en la habitaci¢n de un ni¤o de 7 a¤os
de edad en el lado oeste de Tucson. En la madrugada del 1° de mayo, el
albaBil Jos‚ Espinoza se despert¢ a las 3:30 a.m. luego de haber
escuchado ruidos "producidos por alguna especie de animal" afuera de su residencia en North Palomas Av. Dicha criatura penetrar¡a el hogar horas
m s t[Bde, intern ndose en el cuarto del hijo de Espinoza para saltar
sobre el pecho del aterrado muchacho. Seg£n las declaraciones hechas por
la familia Espinoza a los medios, la criatura salt¢ por la ventana
abierta de la rec mara, desapareciendo en los alrededores. Espinoza
describi¢ a la criatura en la siguiente manera: "ten¡a ojos grandes y colorados, orejas puntiagudas y un rostro arrugado". Las manifestaciones
de este ins¢lito ser no tardaron en producirse en el estado de Tejas. A
fines del mes de abril, un reba¤o de cabras perteneciente a Jos‚ Leyva
Nino y a su hermana Guadalupe fue decimado por una criatura misteriosa.
Nueve de las treinta cabras aparecieron mutiladas, ostentando m£ltiples heridasBpunzantes en el cuello y desgarraduras en el abdomen. Los
hermanos Leyva, residentes del condado de Bexar a lo largo de la
frontera mexicana, afirmaron que las dem s cabras se rehusaban a salir
de sus corrales a pastar. Tres perros pastores pertenecientes a los
Leyva quedaron "traumatizados" como resultado del encuentro. Sin
embargo, las autoridades prefirieron hacer caso omiso de esta desgracia.
El comisario de Bexar notific¢ a Jos‚ Leyva que tendr¡a que quemar los cad veres de sus cabras enseguida, ya que las muertes eran s¢lo el
resultado de da¤os causados por depredadores. Leyva insisti¢ que si los culpables de las muertes hubiesen sido coyotes o una pantera, sus perros habr¡an ladrado, cosa que no hicieron. El 15 de mayo de 1996, Sylvia
Ibarra, residente de Donna, Tejas, descubri¢ que "Nena", su cabra, hab¡a
sido muerta por algo que produjo tres heridas punzantes en su cuello. La poblaci¢n hispanoparlante del lugar no perdi¢ tiempo alguno en culpar al Chupacabras como el causante de la tragedia, y ten¡an buena raz¢n para hacerlo,[Ba que la poblaci¢n de Donna se encuentra en una zona de dicho
estado que ha sufrido incalculables p‚rdidas a consecuencia de
mutilaciones misteriosas de animales durante la d‚cada de los '70.
Dichas mutilaciones se achacaron a criaturas aladas que guardaban cierto parecido a un pterod ctilo. Las criaturas recibieron el nombre de "Big
Bird" (p jaro grande) y fueron inmortalizadas en el folclore regional.
La aparici¢n m s reciente de uno de estos misterios alados tom¢ lugar en
1983, cuando James Thompson, un j¢ven param‚dico, se encontraba
manejando a lo largo del R¡o Pecos cuando uno de estos seres alados vol¢
a lo largo de su autom¢vil. Sam Martin, un ganadero de Brownsville,
Tejas, record¢ las muertes misteriosas de su ganado: "Fue algo sumamente extra¤o", coment¢ para un peri¢dico local. "Uno de mis toros apareci¢n
mutilado y sin una pizca de sangre. Tampoco pudieron verse huellas a su derredor". El escepticismo oficial no tard¢ en manifestarse: Tony
Zavaleta, antrop¢logo de la universidad de Tejas en Brownsville,
manifest¢ que las reacciones eran "propias del histerismo. En el mundo
t‚cnico, se difunde de manera casi instant nea. Yo la clasificar¡a como histeria popular." Acto seguido, el antrop¢logo inform¢ que Steve
Edelstein, veterinario de Weslaco, Tejas, hab¡a realizado la autopsia de
la cabra de la se¤ora Ybarra, determinando que era muy probable que el
causante de la fatalidad haya sido un perro, y que la extra¤eza de las
marcas punzantes se deb¡a a la inflamaci¢n de las heridas. John Green,
titulado en gen‚tica bot nica y afiliado a la controversial MUFON (Red
Mutua de Investigaci¢n Ufol¢gica) en Seguin, Tejas, opin¢ que detr s del histerismo, los enga¤os y las exageraciones exist¡a un n£cleo de verdad,
y que no descartaba de ninguna manera la existencia del Chupacabras.
Pero las declaraciones hechas por Green se perdieron entre las opiniones
de profesores universitarios empe¤ados en tratar la situaci¢n como una manifestaci¢n del folclore popular. James Griffith, de la Universidad de Austin, afirm¢ lo siguiente: "Estamos presenciando el comienzo de algo
nuevo, que es el folklore difundido a trav‚s de los medios de
comunicaci¢n masiva...esta situaci¢n es una invenci¢n folklorica
transmitida por la televisi¢n y la radio". Se¤al¢ adem s que "Todo el
mundo ha hecho uso del Chupacabras seg£n le convenga, y creo que eso es estupendo". El folklorista cit¢ la venta de camisetas y recuerdos
estampados con im genes de la extra¤a criatura como ejemplos de este
tipo de manipulaci¢n." Otros expertos estadounidenses hicieron hincapi‚
en las diferencias culturales entre anglosajones e hispanos, afirmando
que estos Bltimos no ten¡an conveniente en creer en animales misteriosos
o de procedencia alien¡gena. Surgi¢ el comentario de que las noticias
del chupacabras se limitaban a los pa¡ses de habla hispana o a las
comunidades latinas de Estados Unidos, yendo tan lejos como sugerir que
no hab¡an ocurrido manifestaciones del Chupacabras en las islas
caribe¤as de habla inglesa.